Incumpliendo la norma 64# [FREE]

-Diablos... -murmuré al tiempo que intentaba desenredar uno de mis calcetines de una rama mal cortada. Desistí y tiré de él rasgando gran parte de la prenda y haciéndome un pequeño pero molesto arañazo en la pierna.

Caminé sin rumbo por el Bosque prohibido durante horas después del incidente con la rama, y anteriormente lo había hecho por otra hora y media después de perder de vista al resto del grupo que habíamos salido con la profesora Glubby Plank para impartir la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Para mejorar la situación, recién caía en la cuenta de que estaba anocheciendo, y por consiguiente, que en pocos minutos estaría completamente a oscuras en aquel horrible sitio.

Un cujído detras de mi me hizo voltear repentinamente y caer de seguido al suelo, puesto que había pisado una piedra en la penumbra. Exhalé un grito de dolor al caer de bruces y torcerme la muñeca.

-¿Quién anda ahí? -pregunté en voz alta en la oscuridad de la noche.

Si no fuera poco encontrarme herída y asustada en aquel lugar, debía añadir que junto con todo me encontraba incumpliendo la norma número 64 del reglamento escolar; "El bosque prohibido está terminantemente vetado para cualquier alumno de la escuela"

Pociones. Iba a matar a Slughorm por aquello, mandarme a buscar ingredientes para las pociones a aquellas horas, en aquél sitio. Ese hombre estaba perdiendo la cabeza, definitivamente.

Me adentré en el Bosque Prohibido, con cierto cuidado, temor, y los cinco sentidos en alerta. No era un lugar que habituase ni me gustase frecuentar, siempre me había dado bastante respeto, y miedo, para qué mentir. Desde primer curso aquél bosque para mí, y mas a aquellas horas de la tarde, cuando los rayos del sol ya escaseaban, había supuesto un lugar del que prefería mantenerme alejada. Pero las órdenes eran órdenes, y yo tenía que acatarlas.

Las pequeñas ramas caídas de los árboles crujían secas debajo de mis pies, eso hacía que me sobresaltase de vez en cuando. Fue entonces, a mitad de camino, cuando lo escuché, una voz. ¿Era una voz? Abrí los ojos, temerosa, mi me giré sobre mi misma.

-¿Hola? -Pregunté sin mucha seguridad. Por mi bien, y por el bien de mis nervios, esperaba que no fuese ningún ser extraño.

"¿Hola?" Contestó una voz femenina y claramente conocída para mí. Era Danna, una compañera de Ravenclaw.
Podía decirse que éramos amigas, ya que nos conocíamos desde nuestra entrada a Hogwarts; desde que entró ella, concretamente, pues tenía un año menos que yo.

Fue en ese mismo instante cuando me relajé del todo; al menos no era un hombre lobo a punto de comerme, o un centauro enfadado por habee invadido su territorio.

-Oh, Danna -contesté con alivio, intentando incorporarme posando una mano y la espalda contra un árbol.-Soy Lily, Danna, estoy aquí.

Si bueno, ese aquí podía limitarse a "alguna parte cerca de tí", pues no podía ver dónde me encontraba exactamente.

Agudicé el oído al escuchar la vos de Lily. Ella era Gryffindor, y un año mayor que yo, pero a pesar de eso nos llevabamos muy bien, e hecho, éramos amigas. Por un momento había temido cualquier cosa, incluso me habría desagradado encontrarme con algún alumno que no fuese excesivamente de mi agrado. Por suerte, me había topado con Lily.

Intenté seguir el sonido se su voz, a duras penas, dado que ya estaba todo bastante oscuro y era complicado moverse por allí.

-Lumos -Susurré, y mi varita se encendió al instante.

Anduve por los alrededores durante un rato hasta que finalmente pude vislumbrar una cabellera pelirroja. Era Lily, estaba apoyada en uno de los árboles. Me acerqué a ella y suspiré aliviada.

-Menos mal -Sonreí- Ya me veía sola y perdida aquí -La miré extrañada- Por cierto ¿qué haces aquí a éstas horas?